Microbiota y salud emocional
- ¿Qué es la microbiota?
La microbiota es el conjunto de microorganismos: bacterias, hongos, virus, arqueas y protozoos, que habitan en el ser humano (en el tracto digestivo, en las mucosas, en la piel, etc.) y nos ayudan a mantener la homeostasis. La relación entre el ser humano (hospedador) y su microbiota (huésped) es simbiótica, es tan estrecha e importante que incluso se habla de «holobionte»: ese superorganismo formado por el hospedador y el huésped (humano y microbiota).
Puede que esto te recuerde al término «flora» (o «flora intestinal», «flora vaginal»…). Sin embargo, este término debemos ir ya despidiéndolo, ya que hace referencia a las plantas y los microorganismos pertenecen al grupo protista (y la microbiota no tiene nada que ver con el reino vegetal). La palabra microbiota se adecua mejor, por lo que deben emplearse los términos microbiota normal, microbiota intestinal, microbiota cutánea, etc.
- Microbiota y salud.
La microbiota está estrechamente ligada a la salud en general: es muy importante para el sistema inmune, para el aparato digestivo, para el sistema endocrino, para la salud cutánea, etc. y etc. Para que todo marche bien, es necesario que exista la eubiosis: esto es que la microbiota esté balanceada (que tengamos las proporciones adecuadas de cada tipo de bacteria, hongo, etc.). Cuando hay déficit de unos tipos de microorganismos y/o exceso de otros, cuando se rompe el equilibrio de este ecosistema y la capacidad de resiliencia de nuestra microbiota está agotada (capacidad para revertir los cambios producidos por diferentes factores), hablaríamos de disbiosis.
Mantener un correcto equilibrio en el ecosistema de la microbiota, así como tener una microbiota resiliente (que sepa adaptarse a los factores amenazantes como la entrada de patógenos al organismo, el estrés psicológico, la exposición a sustancias nocivas, etc.) es clave (y cada vez tenemos más y más evidencia científica) para la salud general, pero también para la salud emocional.
- Microbiota y salud emocional.
Cada vez se habla más del eje intestino-cerebro. De hecho, este término incluso se ha ampliado al de «eje microbiota intestino cerebro». En palabras sencillas, esto se refiere a la conexión que existe entre nuestro sistema nervioso central y nuestro nuestro tracto gastro-intestinal.
En los últimos años, se viene destacando la importancia que tiene nuestra microbiota intestinal en el correcto funcionamiento de este eje. A través de diferentes mecanismos, la microbiota intestinal es capaz de regular en sistema inmune, así como la barrera intestinal, promoviendo paralelamente el adecuado funcionamiento del sistema nervioso central y periférico (ambos totalmente implicados y ligados a la regulación emocional, es decir, al estado anímico). De esta manera, no resulta descabellado pensar en que el estado de nuestra microbiota intestinal (si hay eubiosis o disbiosis, si es resiliente o no) tendrá influencia sobre nuestro estado anímico. De hecho, cada vez más estudios confirman esta relación y demuestran una microbiota intestinal alterada en casos de depresión.
- Importancia de tener en cuenta la microbiota en la psicología y del trabajo multidisciplinar.
Tras explicar todo esto, podemos ya entender la importancia de que los psicólogos tengamos formación en cuanto a la microbiota, la salud digestiva y hormonal (la cual también está muy ligada al equilibrio en la microbiota y al estado anímico). De esta forma, cuando un paciente llega nuevo a consulta, y se trata no de cuestiones de trauma o de falta de recursos de gestión de situaciones contextuales presentes, sino que se trata de casos de sintomatología ansioso-depresiva, es conveniente no solo evaluar los aspectos psicológicos, los recursos de gestión emocional y social, sino también prestar atención a si hay alteraciones a nivel digestivo u hormonal que puedan estar también justificando o contribuyendo a la sintomatología afectiva.
De hecho, en los casos de TCA (trastornos de conducta alimentaria), es muy frecuente encontrar también alteraciones digestivas y hormonales, que bien son consecuencia del TCA (por el alto estrés que conlleva un TCA, por la falta de nutrientes, por las purgas, etc. todo factores que afectan a nuestra microbiota y salud digestiva y hormonal), o bien ya estaban antes y tienen que ver con que el paciente presente sobrepeso o inflamación (lo cual es factor de riesgo para desarrollar y/o mantener un TCA). En cualquier caso, la cuestión es que las alteraciones a nivel digestivo están íntimamente ligadas a las alteraciones en la microbiota, lo cual está íntimamente ligado también a la comida, y la comida está íntimamente ligada al TCA.
Así que, ¿cómo no trabajar juntos nutricionistas (especializados en salud digestiva y hormonal) y psicólogos en casos de TCA? Si hay que tratar cuestiones de salud física a través del ámbito de la nutrición, cuando también se ha tenido o se tiene un TCA (o similar, aunque no llegue a encajarse en el diagnóstico de TCA), es clave que el nutricionista y el psicólogo especializado en TCA trabajen de la mano, para evitar plantear una intervención desde la nutrición que perjudique a nivel psicológico, y viceversa.
Es por todo esto que, en consulta, opto por trabajar bajo el enfoque multidisciplinar, de la mano de nutricionistas y médicos especializados.
- Enlaces de interés.
Te dejo aquí los enlaces a unos artículos muy interesantes y súper bien explicados, por si quieres ampliar conocimientos respecto a qué es la microbiota, relación entre microbiota y salud, cómo cuidarla, factores que le afectan negativamente, eje intestino-cerebro, etc.
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